Todo lo que viste y vende a un libro

A contra corriente de una época “en donde cualquier persona puede escribir y publicar en el vacío, sin necesidad de editores ni lectores”, la colección Editor de Gris Tormenta se propone reflexionar sobre aspectos de la producción del libro que pasan desapercibidos e interrogar las prácticas y los conceptos del oficio. El atuendo de los libros, de Jhumpa Lahiri, y Cien palabras a un desconocido, de Louise Willder, ponen el foco en cuestiones relativas a la presentación del objeto: las cubiertas y los textos promocionales.
Lahiri (Londres, 1967) escribe y traduce en inglés y en italiano, y el bengalí de sus padres fue su primera lengua. Las referencias familiares se proyectan en sus ideales a propósito de las cubiertas: una vez de visita en Calcuta, quedó encantada con el uniforme que usaban sus primos para ir a la escuela; cuando era niña e iba a la biblioteca donde trabajaba su padre admiraba lo que llama “el libro desnudo”, los volúmenes encuadernados en tapa dura sin agregados de diseño ni textos para atraer la atención del lector.
El uniforme, dice Lahiri, marca identidad y a la vez preserva el anonimato. A los treinta y dos años, cuando empezó a publicar libros, creyó contar con un criterio para sus propias portadas y también recordó los volúmenes de la biblioteca paterna, que no revelaban nada por adelantado y exigían internarse en la lectura. Pero tuvo que dejar esas ideas en las puertas de la industria editorial: “Por desgracia, no se puede vender así”, afirma.
Lahiri rechaza en particular los blurbs, como se llama a los textos descriptivos y elogiosos de las obras que los editores insertan en solapas, contratapas y fajas, y se suma a una tradición en la que la preceden autores diversos, desde George Orwell a J. D. Salinger. Ese es el tema precisamente de Willder (Kent, 1972), quien analiza su experiencia como redactora de blurbs, “una forma literaria humilde y difícil, que espera todavía quien escriba su teoría y su historia”, según Roberto Calasso.
Cien palabras a un desconocido puede ser leído a cuenta de ese trabajo mayor y la versión española retoma desde el título otra idea del gran editor italiano: los textos de solapa y contratapa son “cartas a un desconocido”, mensajes breves que deben comunicar al lector el entusiasmo por el libro al que acompañan. Willder enfatiza el carácter publicitario del blurb y expone técnicas y trucos (“debes dar la impresión de que hay una historia, aunque no la haya”), pero también reivindica un trabajo de escritura, un arte de la concisión y de la argumentación capaz de extraer en un solo párrafo las virtudes y las singularidades de un libro. El blurb es un recurso constitutivo de la mercancía pero no se restringe a un simple instrumento de marketing porque “también nos dice mucho sobre el lenguaje”, y así fue apreciado por autores como Cecil Day Lewis y T. S. Eliot.
Los requerimientos comerciales plantean otros obstáculos en El atuendo de los libros. Lahiri cuenta que estuvo en conflicto entre dos identidades, la indobritánica y la estadounidense; “una cubierta equivocada” suele revivir las tensiones que experimentó de niña, en particular las imágenes estereotipadas que remiten al origen familiar. La cubierta, según su mirada, significa el punto final de una obra, aquello que convierte al manuscrito en un libro, y en ese sentido la observa como la primera interpretación de un texto y también como “una suerte de traducción” al orden visual.
En cuanto traducción, según los términos de Lahiri, la cubierta puede ser fiel o engañosa, estar al servicio del texto o imponerse sobre él. El problema surge cuando esas versiones piensan menos en los libros que en su exhibición para la venta, donde la postura del objeto no es indiferente: la cubierta de frente entre los recién llegados es un llamado al comprador; en una estantería, más discreto, apunta a un lector capaz de superar la mesa de novedades y orientarse por títulos y autores.
Lahiri recupera una idea de Henry James –la cubierta como “eco óptico” del texto– y encuentra una alternativa a las convenciones crasamente comerciales en la industria italiana del libro. Las colecciones de Einaudi, Adelphi y Sellerio “son sobrias, genéricas y, al mismo tiempo, reconocibles instantáneamente”: el atuendo es así una marca de distinción que privilegia la estética y establece un orden de pertenencia, sobre todo porque “esos libros se asemejan como si fuesen miembros de la misma familia”. Como aquellos volúmenes que despertaron el amor por la literatura en la biblioteca donde trabajaba el padre.
El atuendo de los libros, Jhumpa Lahiri. Trad. Jacobo Zanella. Gris Tormenta, 91 págs.
Clarin