Líneas poéticas que no caben en el cubo

Aunque nació en Buenos Aires, Valeria Conte Mac Donell se presenta a sí misma como artista patagónica. Radicada desde hace décadas en San Martín de los Andes, su práctica artística se encuentra radicalmente implicada con el paisaje de esa región. Dibujos en el paisaje, intervenciones a escala y performances en espacios abiertos han marcado la impronta de una producción que se mide desde hace tiempo con la inmensidad de la región.
No deja de sorprender entonces el modo en que semejante impulso creativo ha debido adaptarse al espacio de la Fundación Santander en la planta baja del imponente edificio corporativo situado en Paseo Colón y Brasil. Se trata de un espacio vidriado, eminentemente urbano, en el que ya han desarrollado distintos proyectos expositivos artistas de la talla de Marta Minujín, Leandro Erlich, Nicola Costantino, Mónica Millán y los jóvenes artistas urbanos Elian Chali, Franco Fasoli y Nina Kunan.
En ese sentido, concebir la muestra Hilo Frío, que se exhibe hasta el mes de noviembre, ha sido particularmente desafiante. Tanto para la artista como para la curadora, Jimena Ferreiro, quien la acompañó en este proyecto ganador de la primera edición del Premio Fundación Santander a las Artes Visuales.
Vista de la sala en Fundación Santander.
Ya desde su título, el proyecto Hilo Frío, que se dispersa en el espacio como varios momentos de un proceso creativo, el concepto de exhibición sugiere una costura. Una suerte de hilván que vincula azarosamente la trayectoria de esta artista a través de distintas instancias que remiten a acciones en diversos lugares y con distinta gente. ¿Es una retrospectiva? Se diría que no. Más bien, una forma de resumir lo que antecede al despliegue de líneas, formas y montículos de piedra que desde una condición protagónica ocupan actualmente el gran espacio. Una gran instalación que debe competir con el lirismo que ha caracterizado cada uno de los proyectos a cielo abierto de Conte Mac Donell, presentes en registros en video. En cada uno, la artista realizó enormes dibujos que han tenido como fondo el cielo y el paisaje.
Ahora esto se exhibe en un interior que, si bien no es del todo hostil, no es el más amigable para la gran trama de líneas de exquisita levedad que la artista construye habitualmente en el espacio.
Still de video, registro de los proyectos a cielo abierto de la artista.
En el invierno de 2011, tejió (o dibujó) con tanza transparente las paredes de la casa que soñó construir en el terreno familiar. Por la noche, con ayuda de su pareja regaba cada línea de ese dibujo provisorio de hogar. Con el frío las gotas de agua se transformaban en líneas de hielo que dieron forma poética a su casa. Aquel proyecto se llamó Conquista de lo inútil y fue uno de los primeros en dar a conocer el sesgo lírico que impulsaba las acciones de esta artista.
Dos inviernos después se aventuró a dibujar con alambre el interior de su casa. Cómo tendría que ser, con muebles, escaleras, distintos artefactos y hasta la estufa donde se podría calentar las manos. El frío va a pasar fue la voz de esperanza que dio título al proyecto. Pero Valeria no solo hizo realidad el sueño de su casa al dibujarla en el paisaje de su propio terreno familiar; también se imaginó a sí misma sostenida por un dibujo. Una fantasía que devino realidad en Que el cielo sea el fondo, una acción que llevó a cabo en 2015, en el Lago Lolog, Villa Quilquihue, Junín de Los Andes. Con el cielo como fondo creó una trama que convirtió en una suerte de refugio para dejarse cobijar en el aire. Así pudo concretar el deseo de estar dentro del dibujo y cobijada por el propio dibujo.
Espacio exterior. Parte del proyecto se extiende al aire libre.
Usó más de 100 kilos de alambre para armar una especie de red de 25 metros de largo a 8 metros de altura. En 2015, armó algo así en la galería Gachi Prieto. El objetivo era mostrarse descansando entre garabatos suspendidos en el aire.
Valeria dibuja a la intemperie en invierno y verano. Usa alambre e hilos de distinto grosor y materialidad y en todos los casos se implica físicamente. Ya sea porque debe manejar herramientas cortantes para armar y tejer sus dibujos con pinzas o porque de esa misma lógica derivan acciones performáticas. Muchos artistas que se expresan a través de una o varias disciplinas suelen incorporar lo performático como algo eventual que muy a menudo resulta un complemento. En la obra de Valeria Conte Mac Donell lo performático es esencial al sistema de producción en sí mismo y a la vez parte inherente del sentido que propone.
Así la creatividad de esta artista se despliega en varias direcciones. Más allá del dibujo en el paisaje y sus derivaciones performáticas, su obra se ha manifestado como proceso. ¿Qué significa esto? Que a pesar de su carácter efímero, no permanente, experimenta cambios y transformaciones que solo se dan en un cierto tiempo. Tal lo que ocurrió con Conquista de lo inútil, esa casa de fantasía hecha de hilos, tanzas y gotas de agua que llegó a convertirse en una morada de cristal de hielo durante la noche.
Un gran pizarrón con reflexiones, anotaciones y esbozos de los diversos proyectos de la artista.
Algunos elementos que integran la exhibición han sido potenciados por las posibilidades que ofrece el espacio ampliamente vidriado de la Fundación. Pero otros no tanto.
La instalación, que se configura a partir de formas geométricas diseminadas en el espacio aéreo, ha sido beneficiada con los cambios de la luz a lo largo del día que proyecta enigmáticas sombras en el suelo y las paredes. Ancladas en montículos de piedras, tierra, cal y cemento que evocan la técnica de la construcción colectiva de la casa real, estas formas contrastan con el resto de los proyectos. La rigidez prismática y su pesado anclaje se perciben como la antítesis de la levedad de las líneas orgánicas que parecen sostenerse por sí mismas en el aire en el resto de la obra de la artista. Con todo, es evidente que el rol que cumple la sombra, que complementa y multiplica las posibilidades del dibujo, es un principio compartido.
Detalle de la instalación de Valeria Conte Mac Donell.
Desde otra perspectiva, el gran espacio vidriado, abierto visualmente al exterior, conspira en contra de la intimidad necesaria para la proyección de videos que registran las distintas instancias de cada proyecto, esencial al conjunto. Una arquitectura provisoria de papel, a la manera de un cubo negro abierto, fue el interesante recurso concebido para sortear esa dificultad. Similar material sirvió para presentar un enorme panel a la manera de gran pizarrón con reflexiones, anotaciones y esbozos de los diversos proyectos y sus maquetas mínimas suspendidas en el aire a la manera de móviles. Hay algo aquí que pone en evidencia la pasión docente de la artista.
Otro dato que revela las convicciones que definen la mayor parte de sus proyectos es el modo en que involucra la participación de otros en el proceso creativo. Sin duda la obra de Mac Donell no sería la misma sin este principio. En este caso convocó a alumnos de los talleres municipales del CIART N5 en San Martín de los Andes y de la Escuela Isauro Arancibia en Buenos Aires, que se encuentra justo al lado de la Fundación Santander. El aporte de esta escuela fue fundamental para la logística de producción de este proyecto de proporciones. Para la artista este tipo de experiencias revisten especial importancia en la formación artística de las nuevas generaciones.
- Hilo Frío - Valeria Conte Mac Donell
- Lugar: Fundación Santander, Av. Paseo Colón 1380.
- Horario: lun. a sáb. de 12 a 18.
- Fecha: hasta noviembre de 2025
- Entrada: gratuita.
Clarin