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Jorge Polaco, el cineasta maldito y el único censurado en democracia

Jorge Polaco, el cineasta maldito y el único censurado en democracia

“Sos una cerda, mala persona. Comencemos la función”. La frase irrumpe como una cachetada al comienzo del documental Jorge Polaco de María Onis sobre ese cineasta maldito, queer, barroco y visceral que aún hoy divide aguas. Desde esa primera línea –que bien podría ser parte de uno de sus films– queda claro que esto no es una biografía convencional ni un tributo nostálgico. Es, más bien, un artefacto furioso y amoroso, un patchwork poético hecho de archivo, testimonio, delirio y piel.

En los 101 minutos de duración del film, Onis opta por un montaje frenético, casi epiléptico, que recuerda a un videoclip lisérgico. La narración intercala escenas icónicas de sus películas con imágenes personales, fotografías de juventud, entrevistas y reflexiones sobre su obra. La estética del documental –que pasa de una tipografía aterciopelada a un WordArt de estética kitsch– acompaña el carácter de su retratado. No hay solemnidad, sí riesgo. Y como dice Federico Klemm, quien actuó para Polaco en La dama regresa (1996), “sin riesgo no hay obra”.

Documental "Jorge Polaco". PrensaDocumental "Jorge Polaco". Prensa

El documental hurga en los pliegues de la figura de Polaco, ese artista que también es retratado como un personaje más. Estudiante de Letras, lector ferviente de Siddhartha y En busca del tiempo perdido, decorador de vidrieras, viajero a la India, actor anárquico –según su amigo y socio cinematográfico, Pablo César–, Polaco es presentado como un ser inclasificable. En algunas fotos, se lo ve con un physique du rôle similar a Charles Manson: pelo largo, barbudo, flaco, desgarbado; casi un gurú con aura de artista romántico. La vida, su obra y su leyenda se entrelazan en un solo flujo narrativo que no distingue fronteras.

Con la Coca Sarli.Con la Coca Sarli.

En el centro de la escena aparece Kindergarten (1989), su película maldita, censurada antes de estrenarse –caso único en la historia de la democracia reciente–, acusada de obscenidad, de ir “demasiado lejos”. El documental recupera el escándalo pero también lo que vino después: el castigo silencioso de una industria que nunca volvió a recibirlo sin reservas, el Parkinson que empezó a manifestarse en él tras aquel episodio, y la frase demoledora de Graciela Borges, protagonista en aquel filme: “Nunca se recuperó. Hizo películas con miedo”.

Pero lo que logra Onis es mucho más que una defensa tardía de un autor injustamente marginado. Este documental se vuelve, en sí, un ensayo estético sobre el cine de Polaco. Aparecen Esther Díaz, Sandra Torlucci, Ricardo Manetti, Fernando Noy, Klemm y tantos otros, no sólo para hablar de él, sino para pensar con él: la vejez, el deseo fuera de norma, el cuerpo que no es bello, el kitsch como forma de pensamiento, el mal gusto como decisión estética. “Todo aquello que no queremos o no nos animamos a decir”, resume Díaz. Su cine es, dicho de otro modo, un desfile de freaks; la flor que crece en el pantano.

El director Jorge Polaco, en acción. El director Jorge Polaco, en acción.

Hay escenas perturbadoras: un personaje que se pasa el hilo dental hasta sangrar; Miguel Del Sel, en Siempre es difícil volver a casa (1992) le pega una piña a una monja; ancianos en situaciones íntimas. Polaco mostró lo que nadie quería ver. Desnudó el abuso intrafamiliar, la marginalidad, lo grotesco. Se anticipó al debate sobre lo políticamente correcto con una obra que fue siempre política, aunque sin consignas ni pancartas. Como señala Manetti, lo suyo fue una ruptura radical: “El deseo de las mujeres adultas, los cuerpos no hegemónicos del cine... eso era impensable”.

Entre los retazos del documental se cuela también la historia de la contracultura argentina, con Noy como cometa que entrecruza épocas y márgenes y la figura resplandeciente de Margotita Moreyra, diva under, vedette mutante, musa absoluta de Polaco. Un equivalente a lo que representó Divine para el director estadounidense John Waters. “Nunca vi una persona más joven y futurista”, dice Noy y Margotita se convierte así en emblema y síntesis de un modo de entender el arte: excesivo, performático, inconforme.

La Coca Sarli en "La dama regresa".La Coca Sarli en "La dama regresa".

Las películas de Polaco –La dama regresa, Diapasón, Siempre es difícil volver a casa, En el nombre del hijo– son repasadas con devoción y un montaje preciso. Con escenas digitalizadas y remasterizadas en alta calidad. Onis las resignifica como episodios de una única obra mayor, autobiográfica, grotesca y desesperada. “Está mucho más cerca de la vida”, se escucha decir a Polaco en un fragmento. Lo que late en todo el documental es una intensidad vital que ni la censura, la enfermedad o el desprecio lograron extinguir.

Sobre el final, prevalece un tono elegíaco. La voz de Graciela Borges vuelve a escena: “Y entonces aparecieron los fachos”. Se ve a Mariano Grondona en Hora Clave y al juez que censuró Kindergarten opinando. Se trasluce la hipocresía de una sociedad que aún hoy no digiere del todo lo queer, lo grotesco, lo incómodo. En tiempos donde proliferan discursos antiderechos, el cine de Polaco y este documental en particular se resignifican. Su carácter disruptivo gana aún más potencia. Sumado al amor que se ve por parte de la directora quien supo ser alumna de Polaco.

Federico Klemm, bajo la lente de Jorge Polaco.Federico Klemm, bajo la lente de Jorge Polaco.

Como cierre, se lo ve a Polaco afirmando: “Con cuánta cantidad de imaginación hay que proveerse para seguir insistiendo en esta vida”. Su frase funciona como epitafio y manifiesto. Sintetiza la persistencia de un director que siguió adelante más allá del bien y del mal trabajando sobre los cuerpos no hegemónicos, la incomodidad y la circularidad entre infancia y vejez. El documental se convierte, también, en un hecho artístico. Un cuerpo vivo, una invocación tierna y a la vez punk que invita a mirar al mundo con otros ojos. Los de Polaco. Los de María Onis. Los nuestros, si nos animamos.

*Jorge Polaco se proyecta el 24 y 31 de mayo, a las 19, en CineArte Cacodelphia, Av. Pres. Roque Sáenz Peña 1150.

Clarin

Clarin

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