Extracto del libro: "El Café de la Satisfacción" de Kathy Wang

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En "El Café de la Satisfacción", una ingeniosa novela de Kathy Wang ("Family Trust"), una mujer taiwanesa se muda a California, donde encuentra una nueva vida como cuarta esposa de un hombre adinerado y madre de sus hijos. Pero su búsqueda de conexiones la lleva a crear un espacio seguro donde las personas encuentren lo que realmente desean: ser escuchadas.

Lea un extracto a continuación.

"El Café de la Satisfacción" de Kathy Wang

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La vida de Joan Liang en Estados Unidos comenzó en Palo Alto, donde vivía en el ático de una casa de dos plantas en la calle Azalea. Joan hacía tareas domésticas para la viuda dueña de la casa a cambio de una renta reducida; de lo contrario, nunca habría podido permitirse un barrio tan agradable. Vivió en ese ático hasta que se casó, y solo estuvo casada seis semanas antes de apuñalar a su marido. Joan tenía veinticinco años y llevaba dos años viviendo en Estados Unidos. Era el año 1977.

Joan no pensó que apuñalaría a su marido. Fue un accidente (o algo así). Después, se sintió decepcionada porque el matrimonio no había resultado como lo había imaginado. Había pensado que sería maravilloso. Y lo fue, de hecho. Hasta que no lo fue.

Aunque más tarde, Joan se preguntaría por qué había pensado alguna vez que el matrimonio sería tan especial. De niña en Taiwán, la mayoría de las mujeres casadas con las que Joan se relacionaba eran melancólicas, si no directamente miserables; a lo largo de su infancia, su propia madre se levantaba de la mesa de la cocina sin previo aviso para llorar con ostentosa fuerza entre las manos.

"¡Lo has arruinado todo!", gritaba Mei si alguno de los niños se acercaba, así que pronto aprendieron a mantenerse alejados, lo que solo empeoró su desánimo. Al menos cada dos sábados, el padre de Joan, Wen-Bao, pasaba la noche al otro lado de la ciudad, en Shilin, donde tenía un apartamento de dos habitaciones para su amante. La madre de Joan estaba obsesionada con los dos dormitorios; la volvía loca, decía Mei, pensar en tanto espacio vacío.

"¿Te imaginas?", comentaba Mei, con las piernas cruzadas, sentada frente a su tocador, "¿cuánta lujuria debe llevar un hombre para amueblar un lugar tan grande para una sola mujer? ¿Cuando los seis estamos hacinados en el mismo espacio? ¿Entiendes la magnitud de su traición?". En ese momento, los hermanos de Joan solían alejarse; les aburría esta conversación, que se repetía cada pocos meses. Solo Joan permanecía a los pies de su madre, donde observaba a Mei sentada con una postura perfecta frente al espejo, arrancándose las canas de la línea del cabello.

Tras mudarse a California, Joan se acostumbró a llamar a sus padres todos los domingos por la tarde, hora de Taipéi, durante los cuales Wen-Bao, si hubiera visitado a su amante ese fin de semana, ya habría regresado a casa. En estas llamadas, los padres de Joan le preguntaban lo mismo: cómo iban sus estudios en Stanford, si había alguna posibilidad de graduarse anticipadamente de su maestría para que pudiera empezar a ganar dinero. El dinero era clave. Joan tenía tres hermanos, cada uno de los cuales, por diversos motivos (mayor, varón), debería haber sido enviado al extranjero antes que ella. Dos habían sido descalificados por sus estudios, mientras que el mejor candidato, Alfred, se vio sorprendido por problemas (su novia estaba embarazada), por lo que, en el último minuto, Joan fue enviada en su lugar.

De "El Café de la Satisfacción" de Kathy Wang. Copyright 2025 de Kathy Wang. Reimpreso con autorización de Scribner, un sello de Simon & Schuster, Inc.

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