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Los Manecos, cultura afroargentina en Villaguay, Entre Ríos

Los Manecos, cultura afroargentina en Villaguay, Entre Ríos

El cementerio de nuestros ancestros estaba invadido por un basural”, cuenta Marina Crespo, fundadora de la asociación civil Entre Afros. Fue recién en el año 2020 cuando el cementerio de Los Manecos –conocido también como el cementerio de Los Negros– fue reconocido como un sitio de valor patrimonial. “El proceso se inició gracias a nuestra comunidad afro local que pedía a gritos que se lo reconociera y fue posible por gestiones de funcionarios provinciales sensibles a la situación”, refuerza. Allí descansan restos de generaciones de comunidades afrodescendientes y criollas.

Los Manecos remite a Manuel Gregorio Evangelista, un esclavo que se fugó del sur de Brasil en años previos a 1872 y llegó a Entre Ríos, luego de atravesar el río Uruguay. Las hipótesis de su paradero fueron investigadas por el arqueólogo Alejandro Richard, investigador del Conicet y del Grupo de Estudios Afrolatinoamericnaos (GEALA): “Primero llegó al monte, luego se asentó en San Jorge y a inicios del siglo XX se trasladó a La Capilla”, explica.

Los Manecos fueron más que la historia de un hombre. En 1872, (Manuel Gregorio) Evangelista ya instalado en la Argentina se casó a sus 35 años con Lorenza Pintos, una mujer afrouruguaya. En el acta de matrimonio, él figura como “extranjero” y ella como “natural del Uruguay”. Tuvieron 13 hijos registrados en las actas de bautismo en la categoría “Negro”, entonces discriminatoria y hoy reivindicada hasta con la mayúscula de los gentilicios en inglés.

Al despuntar el siglo XX, los Manecos formaban ya una familia. Crecieron y fueron una comunidad. Convivieron con otros afrodescendientes y criollos cercanos, y también con ramas familiares de apellidos tanto franceses como italianos. Pero los Manecos adquirieron una forma de nombrarse y de hacerse nombrar. De ser etnia a cultura local. Existen registros orales de sus descendientes sobre la musicalidad como un núcleo central: la presencia de tambores y tamboriles fue notoria y de marcada identidad para la comunidad, así como los bailes, hasta entradas las primeras décadas del 1900.

“Blanqueamiento”

Ese devenir identitario de los Manecos ocurrió en paralelo con un contexto político nacional profundamente transformador. Hacia 1861, la esclavitud en la Argentina ya se había abolido, al integrarse Buenos Aires a la Confederación y ratificarse la Constitución de 1853, y se promovió activamente la inmigración europea. Eso incluía a la provincia de Entre Ríos. El célebre “gobernar es poblar” del jurista y político Juan B. Alberdi dejaba en claro que eso significaba blanquear. “La generación del 80 promovió el blanqueamiento con la inmigración europea y si había que hacerlo era porque la población argentina no era blanca. ¿Que era? Indígena y negra”, reflexiona Pablo Cirio, director de la Cátedra de Estudios Afroargentinos y Afroamericanos de la Universidad Nacional de La Plata. En ese sentido, Judith Freidenberg, autora de Memorias de Villa Clara, afirma que “Desde la formación de la identidad política como nación, en la Argentina se buscó la migración, pero exclusivamente la migración blanca, la migración europea.”

Mientras Manuel Gregorio Evangelista trabajaba como jornalero y se unía a otras comunidades afroargentinas y afrouruguayas, ese proceso los rozaba muy de cerca. En las áreas rurales próximas a la entonces La Capilla, donde él y su familia vivían, fueron llegando colectividades europeas y hacia fines del siglo XIX, inmigrantes judíos. Así crecieron Villa Domínguez, San Gregorio, Villa Clara. Las investigaciones realizadas muestran evidencias de convivencia entre los colonos migrantes y las comunidades afrodescendientes. Algunas fotos del archivo familiar de los Evangelista sugieren que hubo encuentros: en la investigación “Afrodescendientes en Entre Ríos” (2017), el tío “Sanso” –descendiente de Manuel Gregorio– posa con un bandoneón junto a dos hombres blancos, en tiempos en que el chamamé y la polca marcaban el ritmo local.

Los Manecos. A principios del siglo XX, ya constituían una numerosa familia en Villaguay, Entre Ríos.Los Manecos. A principios del siglo XX, ya constituían una numerosa familia en Villaguay, Entre Ríos.

Con el paso del tiempo, los manecos y otras comunidades fueron progresivamente invisibilizadas. “El indígena, el afro y el criollo pasaron a ser una minoría no solo numérica, sino también simbólica. El componente afro y afromestizo presente en la campaña provincial quedó invisibilizado”, dice un pasaje de la investigación “Oralidades y materialidades afrodescendientes de Ingeniero Miguel Sajaroff, una aproximación antropológica” (2022), de Pablo Cirio, Cristina Lallami y Alejandro Richard.

A medida que la comunidad crecía y los pueblos se asentaban, también lo hacían sus cementerios, que empezaron a reflejar las identidades, creencias y diferencias de quienes habitaban la región. Fue entonces cuando comenzó a marcarse una separación en las prácticas funerarias. En el cementerio de Los Manecos, además de enterrarse a los primeros pobladores del lugar, se enterró a los no judíos, entre ellos afrodescendientes y criollos. Ubicado en un terreno de 1/8 de hectárea y por años descuidado, el cementerio conserva cruces con placas borradas, huellas silenciosas de una historia invisibilizada. De acuerdo a los investigadores e informantes, “sobre el sector sudeste del terreno se ubican los restos de ‘los abuelos’”, y podría deducirse que entre esas sepulturas estarían la de Manuel Evangelista y Lorenza Pintos.

El Cementerio de Los Negros, como espacio sagrado, ocupó un lugar central en la vida espiritual e histórica de la comunidad. “En 1953 se produjo una gran epidemia de poliomielitis, y para ahuyentarla, se realizó una procesión desde La Capilla hasta Villa Clara (a 13 km aproximadamente). Se quitó la cruz central del cementerio y se la llevó al frente de la procesión encabezada por María (hija menor de Manuel Evangelista)”, así lo describe un pasaje del artículo “Afrodescendientes en Entre Ríos. Oralidad y arqueología histórica en torno al caso de Ingeniero Sajaroff”, de Alejandro Richard y Cristian Lallami (2017).

Cultura afro en Villaguay, Entre RíosCultura afro en Villaguay, Entre Ríos

Aunque no hay pruebas de un vínculo directo, el gesto de la cruz alzada evoca procesiones con santos negros y sincretismo religioso en Brasil, por ejemplo, donde tienen una profunda raíz popular con elementos de religiones de matriz africana. São Benedito es uno de los santos más venerados y las fiestas en su nombre son acompañadas de procesiones, música, danzas. María, hija menor de Manuel Gregorio y Lorenza, tenía un santo negro.

Sudámerica en un pueblo

Según los libretos censales relevados por los investigadores, la zona rural donde vivía la familia de Manuel Evangelista presentaba una población dispersa, pero mayoritariamente sudamericana. De las 1234 personas registradas en el distrito Bergara, casi el 80% eran entrerrianos. A ellos se sumaban correntinos, uruguayos, brasileños y un pequeño grupo de europeos, que apenas alcanzaban el 10% del total.

Lo cierto es que la comuna donde se asentaron Los Manecos, nunca se llamó Los Manecos. Hasta hoy existe un circuito histórico de colonias judías de Entre Ríos, que incluye centros de asentamiento de migraciones de poblaciones de Europa Oriental entre los que está el propio Ingeniero Miguel Sajaroff, donde se encuentra una sinagoga y el cementerio de los Manecos.

Cultura afro en Villaguay, Entre RíosCultura afro en Villaguay, Entre Ríos

Con el tiempo, sus voces empezaron a ser escuchadas. “Las colectividades en la región fueron abriéndose a diálogos y cooperación con representantes de nuestras comunidades afroentrerrianas. Hoy trabajamos con la Unión de Colectividades de Entre Ríos. Nos fuimos articulando”, cuenta la presidenta de Entre Afros, Crespo. Participan de actividades y en capacitaciones de dirigentes de colectividades, donde han tenido que intervenir para corregir errores históricos relacionados con la abolición de la esclavitud. El caso de los Manecos es un caso testigo. “Es una punta del ovillo que nos abre las puertas a la historia afrodiaspórica regional”, asevera el investigador Richard.

Hoy el cementerio está cercado, con cartelería, más cuidado. “Pero si alguien quiere visitar el lugar, todo se improvisa. Por eso estamos trabajando con algunas de las tías manecas, para la formación de personas en ocasiones en que van turistas. Es un jardín de paz y al entrar se pisa sobre los huesos de nuestros ancestros”, refuerza Crespo.

Clarin

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