¿Qué es la nomofobia infantil?

En tiempos donde los celulares parecen una extensión del cuerpo, la nomofobia infantil se ha convertido en un tema que preocupa a los especialistas de la salud mental, quienes aseguran que reconocerla es el primer paso hacia un acompañamiento consciente que permita equilibrar la relación entre la infancia y la tecnología.
El miedo a estar sin teléfonoEl término nomofobia proviene de la frase en inglés no mobile phone phobia. Describe el miedo excesivo a estar sin el teléfono móvil. Aunque antes se asociaba con adultos y adolescentes, hoy empieza a manifestarse en edades cada vez más tempranas.
Los signos de alerta en niños incluyen la intolerancia a los momentos sin pantalla, la alteración si se les apaga el celular o la interrupción del sueño para buscar el móvil en la madrugada. Otros menores muestran irritabilidad cuando no hay señal o batería, o preguntan de manera insistente dónde está su dispositivo.
"La estimulación visual y auditiva que los niños reciben del celular afecta directamente a su cerebro, ya que son estímulos rápidos que ellos no pueden entender, procesar o retener la información de manera adecuada por la inmadurez de este", explica Anayeli Pérez, psicóloga clínica y especialista en neuropsicología.
"Esa búsqueda de satisfacción inmediata está relacionada con la generación de dopamina, la sustancia que nos hace estar felices, y el uso de celular incrementa la producción de esta, produciendo un efecto placebo; contrario al no uso del celular se alteran comportamientos y conductas debido a la falta de satisfacción inmediata", agrega.
Esa sensación de angustia al no tener el celular a mano va más allá del simple deseo de jugar o ver videos. Según los especialistas, puede derivar en trastornos de ansiedad, déficit de atención, problemas de conducta, aislamiento social y bajo rendimiento escolar.
Entre las consecuencias más comunes destacan:
- Ansiedad y reacciones emocionales intensas: incluso sin mostrarlo abiertamente, el niño puede sentir angustia o miedo a "perderse algo", fenómeno conocido como FOMO (Fear of Missing Out).
- Dificultad para concentrarse: la atención se fragmenta entre el entorno real y la expectativa de cualquier notificación.
- Aislamiento social: el vínculo cara a cara se debilita, dando paso a una "vida paralela" en el entorno digital.
- Validación externa: algunos niños empiezan a definir su valor personal según la visibilidad o aprobación que obtienen en línea.
- Adicciones derivadas: el uso compulsivo del celular puede abrir la puerta a otras dependencias emocionales o conductuales.
Un informe de la Unesco advierte que durante la pandemia el tiempo frente a pantallas aumentó, en promedio, 50 minutos diarios en niños de 3 a 8 años. Esa exposición prolongada, según Pérez, "hace que los menores comiencen a compararse con lo que ven en redes, afectando su autoestima y desconectándolos de su propio yo".

El control parental no se trata de prohibir, sino de educar y acompañar con propósito. Los celulares no deben verse como cajas de entretenimiento infinito, sino como herramientas que requieren orientación, límites y ejemplo.
Estas son algunas estrategias recomendadas por los especialistas para acompañarlos de forma correcta:
- Detección temprana: observar reacciones y cambios emocionales ayuda a identificar señales invisibles de dependencia.
- Educación digital: enseñar a los niños el sentido y los riesgos del uso del celular, adaptado a su edad.
- Fomentar la interacción social: promover juegos, actividades al aire libre y rutinas familiares sin pantallas.
- Apoyo profesional: buscar ayuda psicológica ante signos persistentes de ansiedad o aislamiento.
- Formación parental: aprender sobre nomofobia infantil y modelar un uso responsable de la tecnología en casa.
"El abordaje integral de los niños requiere de un fuerte compromiso de nosotros los adultos. Estar vigilantes de su desarrollo en edades tempranas frente a la tecnología y atacar cualquier señal anómala, es parte de una crianza con propósito en su crecimiento psicológico y social".
"El llamado es a ser pacientes y a acompañarlos en una realidad cada vez más digital", concluye la psicóloga Pérez.
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