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Dramas y misterios en las frías tierras suecas: las series que conquistan Netflix

Dramas y misterios en las frías tierras suecas: las series que conquistan Netflix

Los fantasmas de Kurt Wallander, la entrañable creación detectivesca del sueco Henning Mankell, resurgen en tres series provenientes de las mismas tierras nórdicas, con algunas variaciones temáticas pero –tal es la costumbre– sin temor a introducirse en lo más escabroso. Estrenada en febrero en Netflix con gran éxito en la plataforma, Los crímenes de Are es quizá la más cercana en espíritu al detective de Skane.

La protagonista de la serie es Hanna Ahlander (Carla Sehn), una policía de Estocolmo que se halla momentáneamente en el norteño pueblo de Are, tratando de alejarse de una relación tóxica, cuando se emite un alerta por la desaparición de una adolescente y termina incorporándose a la dotación de la policía local. Su compañero asignado es Daniel Lindskog (Kardo Razzazi), quien inicialmente sospecha de la recién llegada, hasta que se establece un vínculo fraterno que es uno de los ganchos de la producción.

Adaptación de la serie de novelas de Viveca Sten, lo mejor de Los crímenes de Are pasa por los contrastes: entre los truculentos asesinatos y los bellos paisajes nevados, iluminados por la luz polar; entre los sórdidos asesinos y la innata inocencia de Hanna, cuyo trabajo en Estocolmo pasaba por casos de violencia familiar, y termina enfrentándose en Are con asignaciones mucho más extremas.

Serie "Los crímenes de Are". Serie "Los crímenes de Are".

En apenas cinco capítulos, la serie cubre dos crímenes, el primero bajo el subtítulo “Oculto en la nieve” y el segundo –la muerte de un instructor de ski– subtitulado como “Oculto en las sombras”. Entre ambos, la serie dirigida por Joakim Eliasson y Alain Darborg logra una excelente pintura de la vida en estas comunidades nórdicas, con una familiaridad que oculta el verdadero desconocimiento entre sus pobladores, puntuado por una ensoñadora fotografía boreal.

Traumas y más traumas

Otras dos series de Netflix muestran el renovado interés por mantener un contenido de calidad en la pionera de las plataformas de streaming. Dirigida por Henrik Björn y Lisa Farnsach, basada en una novela de Camilla Läckberg, La cúpula de cristal (Glaskupan en el original) también dirige la acción a las periferias rurales de Suecia; en este caso, a la frondosa región boscosa de Dalarna.

La historia sigue a Lejla (Léonie Vincent), quien de chica estuvo secuestrada en la campana de cristal de un sótano, y logró milagrosamente escapar de sus captores. Ya de adulta, Lejla trasmutó el estrés postraumático en una doctorado para lidiar con las experiencias similares de otros niños, y trabaja con éxito en instituciones de salud mental de los Estados Unidos. Pero la muerte de su madrastra la obliga a regresar a Dalarna para hacerle compañía a su padrastro, Valter (Johan Hedenberg); e irremediablemente, vuelven los flashbacks.

"La cúpula de cristal"."La cúpula de cristal".

En Dalarna, el pueblo está completamente consternado por el dragado de un río que lleva a cabo una compañía química. La empresa es propiedad de Said (Farzad Farzaneh), el esposo de su mejor amiga. Una tarde, Lejla va a visitar a su amiga y encuentra las puertas abiertas, la música tronando por los parlantes y la mujer con las venas cortadas, desangrándose en la bañera.

Cuando llama a la policía se encuentran con una segunda catástrofe: Alicia (Minoo Andacheh), la hija de Said y su mujer, está desaparecida. Pronto saldrá a la luz que Tomas (Johan Rheborg), el hermano policía de Valter, mantenía relaciones con la mujer, y Lejla llega a desconfiar si el hombre no está también detrás de la desaparición de Alicia. Y así, entre numerosos flashbacks a su primitivo cautiverio, Lejla espera descubrir finalmente a quien la secuestrara de niña, sospechando que es el mismo captor de Alicia.

La tercera producción sueca estrenada en Netflix es quizá la más interesante. El rastro trata sobre el segundo caso criminal más importante en la historia reciente de Suecia. Todo ocurre una mañana en Linköping, una pequeña ciudad, cuando un chico se dirige a la escuela y es repentinamente abordado y acuchillado por un transeúnte. El asesino es sorprendido en el acto por una mujer de 56 años, que le grita que se detenga y no hace más que llamar la atención para ser también acuchillada por el criminal.

"El rastro". "El rastro".

La brutal escena tiene un testigo, una ciclista casual, que pese a sus esfuerzos no logra recordar el rostro del asesino. Con muestras de sangre en el cuchillo y el gorro descartado del criminal, el detective John Sundin (Peter Eggers) demanda un hisopado compulsivo de todos los hombres de entre 15 y 30, pero los resultados de ADN no arrojan coincidencias con las muestras de sangre.

La búsqueda se va estrechando cuando, gracias a una hipnotista, la ciclista logra recordar el rostro del atacante y empieza a circular un identikit. Pero pese a algunas detenciones, las extracciones de ADN siguen sin coincidir con las muestras. Dieciséis años después, Sundin es un hombre frustrado cuya obsesión lo llevó a separarse de su esposa; la resolución del doble crimen, sin embargo, sigue siendo su norte, y así llega a ponerse en contacto con un genealogista, Per Skogkvist (Mattias Nordkvist), creador de un revolucionario método que permite “machear” vínculos familiares en un rango de 200 años. De sus investigaciones, y la azarosa aparición de una entrometida periodista, saldrá la resolución de este intrincado thriller, uno de los mejores de la más reciente cosecha made in Suecia.

Clarin

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